Los costos del rezago tecnológico: de líderes de mercado a casos de estudio. Por Álvaro Urquijo

22 de octubre de 2025

Foto del Presidente ICETEX Álvaro Urquijo

Medir, conocer y sentir. La visión, como determinante de destinos y fracasos, mide el pulso de los tiempos.

Por Álvaro Urquijo Gómez
Presidente del ICETEX

En la era digital, donde las audiencias cambian de lenguaje casi al mismo ritmo que surgen nuevas plataformas, uno de los mayores riesgos para cualquier organización es quedar atrapada en el presente. La historia empresarial está habitada por ejemplos de organizaciones que por su corta visión empresarial no lograron leer los cambios inminentes. Son retratos de oportunidades fundamentales perdidas, de la perspectiva puesta al servicio de la efectividad inmediata y por encima del horizonte trazado por el pulso de los tiempos. Aquí, varios ejemplos (y condenas):

  • Blockbuster, que dominaba el negocio mundial de alquiler de películas en los años noventa, no entendió la eventual transformación digital y terminó declarándose en bancarrota en 2010, consumido por el modelo de streaming de Netflix (empresa de la que, paradójicamente, rechazó varias veces su oferta de compra).
  • Kodak, pionera en la fotografía, inventó la primera cámara digital en 1975, pero la dejó como proyecto olvidado por miedo a canibalizar su negocio. Esta falta de visión la llevó a declararse en bancarrota en 2012, viéndose superada por otras marcas que lograron satisfacer las necesidades de los públicos emergentes. 
  • Nokia, que en el año 2007 era líder indiscutible en telefonía móvil, perdió su relevancia al no anticipar la revolución de los smartphones y terminó vendiendo su división de dispositivos a Microsoft en 2014.

Los aprendizajes muchas veces son dolorosos, y sin duda son elocuentes. La claridad de estos es también la óptica con la que se determinan destinos empresariales y la visión de industrias enteras para los años o, incluso, décadas siguientes.

Estos ejemplos sirven para dejar claro que las instituciones que no logran adaptarse terminan rezagadas y olvidadas. Las narrativas se transforman, el consumo cambia y estar en sintonía con las nuevas necesidades es lo que define a una organización con visión estratégica. Liderar no se trata solo de administrar lo inmediato, sino de anticipar las plataformas en las que conversarán las nuevas generaciones, los lenguajes con los que querrán comunicarse y los entornos en los que se formarán.

La transformación no se limita a incorporar tecnología; exige también competencias nuevas en los equipos, procesos más ágiles y la disposición a aprender, desaprender y volver a aprender. Es así como se construyen organizaciones vivas, capaces de evolucionar al ritmo de la sociedad.

Y en el ICETEX esta transformación implica rediseñar la experiencia del ciudadano y construir nuevos modelos de relación basados en confianza y colaboración. Nuestro camino de cambio y de adaptabilidad a los retos del mundo real significa ser conscientes de cómo la entidad avanza hacia una estrategia de plataformas. En esta estrategia convergen la comunidad de beneficiarios, las instituciones de educación superior y las entidades financieras -públicas, privadas o mixtas- para cofinanciar oportunidades educativas a través de los fondos que la entidad administra y soluciones digitales integradas. 

Con herramientas de automatización, analítica y diseño de servicios, el ICETEX busca evolucionar de un modelo tradicional de crédito a una plataforma pública de oportunidades educativas, con una operación ágil, transparente y centrada en el valor que genera para las personas y el desarrollo del país.

El verdadero liderazgo no se mide por la capacidad de atender lo urgente, sino por la claridad de sembrar hoy las decisiones que marcarán la próxima década. Quienes entienden esta responsabilidad logran trascender y dejar un legado; quienes no, terminan siendo capítulos de una historia que se calcifica y queda relegada en el pasado.

Las historias de miles de casos exitosos y de las oportunidades perdidas conforman las dos caras de una moneda que en algún punto de la historia exigieron a personas con poder de decisión tomar el camino de su mente y corazón. El camino reclamaba también conocer el espíritu de su época y reconocer plenamente el sentir de sus públicos.

Ese es el compromiso que nos guía: no pensar solo en el ahora, sino en el legado que dejamos a las próximas generaciones que, gracias a la educación, transformarán su futuro y el del país.  Y esa es nuestra misión: acompañar los proyectos de vida de las y los colombianos que sueñan con la educación superior y, hacerlo bien requiere visión; anticipar lo que viene, entender las necesidades emergentes y actuar con la certeza de que cada paso que damos hoy debe fortalecer la confianza y abrir más oportunidades en el mañana.